Sinceramente, me apunté al curso de monitora por casualidad, nunca me había interesado mucho este mundo, ni los niños, nininguna cosa relacionada. Mi carrera tampoco tiene nada que ver con esto. Fue en unmomento en el que había habido cambios en mi vida y me encontraba un poco estancada y perdida, necesitaba salir de mivida de siempre de alguna manera.El curso lo encontré por pura casualidad, en un trabajo de la universidad que implicaba meterse a la página de la Comunidadde Madrid, y lo vi ofertado. Se me abrieron muchas ideas en la cabeza, podía compaginarlo con mi horario de universidad,iba a hacer algo distinto, y al final, también le podría sacar un beneficio económico a largo plazo, por lo que me apunté paraver qué tal.El curso en La Escalera se convirtió durante ese tiempo en mi vía de escape, me encantó descubrir y aprender sobre elmundo de la educación no formal, ir a clase era mi momento vitamina, me recargaba en todos los sentidos.También, los valores que se trabajaban me parecían cruciales y por supuesto, la parte de los juegos y de la imaginaciónalegraban inmensamente a mi niña interior. A medida que iba avanzando el curso, iba viendo muchas cosas con otraperspectiva y conocimientos. Cada clase era una bomba de información importante y efectiva, no solo para el trabajo, si nopara mi día a día. A nivel tanto emocional como racional el curso en sí me ha cambiado completamente, y, obviamente, meha formado para ser una buena monitora el día de mañana.Y como no hablar de la gente. Cada una de las formadoras aportaba algo especial de ella, a nosotras y en cada clase. El buenrollo y la profesionalidad con la que cada una trataba los distintos temas hacían las clases amenas y eficientes. Se notaba laexperiencia y la formación de todas, consideré que todos los temas que se impartieron en el curso eran necesarios, nosuprimiría nada. A lo mejor extendería algunos contenidos en concreto, pero en general me pareció muy completo. Por otraparte, mi grupo, 122, me curó tanto el alma y el corazón. Conocer a este tipo de personas me sacó inmensamente de miestancamiento, aprendí algo distinto de cada una de ellas. El ambiente, el buen rollo y los sentimientos que tenía el 122 eranmágicos, siempre estaré agradecida de haberles conocido. Sin ellos, el curso no habría sido igual. Como he dicho antes, ir alcurso era mi momento de recarga, mi vía de escape, las clases con ellas era lo que hacía posible esto, todas fueron mispersonas vitamina durante ese tiempo.